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Magisterio sobre amor, matrimonio y familia <br /> <b>Warning</b>: Undefined variable $titulo in <b>/var/www/vhosts/enchiridionfamiliae.com/httpdocs/cabecera.php</b> on line <b>29</b><br />
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[1673] • JUAN PABLO II (1978-2005) • LA DIGNIDAD INALIENABLE DE TODO SER HUMANO DESDE SU CONCEPCIÓN

Del Discurso In your questions, en la X Jornada Mundial de la Juventud, Manila (Filipinas), 14 enero 1995

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15. ¿Por qué tenemos necesidad de él? Porque Cristo revela la verdad sobre el hombre, y sobre la vida y el destino del hombre. Él nos muestra nuestro lugar ante Dios, como criaturas y pecadores, como redimidos por su muerte y su resurrección, como peregrinos hacia la casa del Padre. Nos enseña el mandamiento fundamental del amor a Dios y del amor al prójimo. Insiste en el hecho de que no puede existir justicia, hermandad, paz y solidaridad sin los diez mandamientos de la alianza, revelados a Moisés en el monte Sinaí y confirmados por el Señor en el monte de las bienaventuranzas (cf. Mt, 5, 3-12) y en su diálogo con el joven (cf. Mt 19, 16-22).

La verdad sobre el hombre, que el hombre moderno tiene tanta dificultad para comprender, es que hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios mismo (cf. Gn 1, 27) y precisamente en este hecho, dejando aparte cualquier otra consideración, estriba la dignidad inalienable de todo ser humano, sin excepción, desde el momento de su concepción hasta su muerte natural. Pero lo que resulta aún más difícil de comprender para la cultura contemporánea es que esa dignidad, ya forjada en el acto creativo de Dios, ha sido elevada hasta una altura inconcebible en el misterio de la encarnación del Hijo de Dios. Éste es el mensaje que debéis proclamar al mundo moderno: sobre todo a los más desvalidos, a los que carecen de casa, a los marginados, a los enfermos, a los abandonados, a los que sufren por culpa de los demás. A cada uno debéis decirle: mira a Jesucristo para ver lo que realmente eres a los ojos de Dios.

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16. Se está prestando cada vez más atención a la causa de la dignidad humana y los derechos humanos, y poco a poco éstos se van codificando e incluyendo en las legislaciones, tanto a nivel nacional como internacional. Esto es algo digno de elogio. Pero la efectiva y segura observancia del respeto a la dignidad humana y a los derechos humanos será imposible si las personas y las comunidades no superan los intereses egoístas, el miedo, el ansia y la sed de poder. Por este motivo, el hombre necesita ser liberado del dominio del pecado, por la vida de gracia: la gracia de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

Jesús os dice: “Os envío a vuestras familias, a vuestras parroquias, a vuestros movimientos y asociaciones, a vuestros países, a las antiguas culturas y a la civilización moderna, para que proclaméis la dignidad de todo ser humano, como la he revelado yo, el Hijo del hombre”. Si defendéis la inalienable dignidad de todo ser humano, revelaréis al mundo el auténtico rostro de Jesucristo, que se identifica con todo hombre, con toda mujer y con todo niño, aunque sean pobres, débiles o minusválidos.

[DP-8 (1995) 14]